
"Estaba trabajando y sentí que el aire no entraba. Me temblaban las manos. Llamé a mi marido llorando. En la guardia me dijeron: 'ataque de pánico'. Me dieron pastillas, pero yo quería entender qué me estaba pasando."— Andrea, contadora, 38 años

"La calma no es pasividad. Es poder enfocado."
No escribas: "Tuve otro ataque horrible."
Escribí: "Tuve miedo intenso, usé mis herramientas, y estoy bien."
"Tu mente no se cura con más pensamientos, sino con presencia."
"Tenía ataques de pánico antes de presentar mis proyectos a clientes. Me transpiraban las manos, sentía que me iba a desmayar. Perdí dos trabajos importantes porque cancelé las reuniones a último momento."

"Antes de cada clase me mareaba. Pensaba que me iba a desmayar frente a los chicos. Tuve que faltar varias veces porque no podía ni salir de casa."
"Mi ansiedad era peor cuando trabajaba. Me costaba concentrarme, cualquier notificación me sobresaltaba, terminaba el día exhausta sin haber hecho gran cosa."
"Mi primer ataque fue en la oficina. Pensé que me moría. Fui a la guardia y me dijeron 'esto es pánico'. Me dieron pastillas pero yo quería algo más."

"Tu energía no necesita ser más fuerte, necesita ser más clara."